Declaración de intenciones

No hay intenciones: Este es nuestro recorrido salvaje hasta que vemos brillar el sol, nuestro crimen y castigo nos obliga a confesar lo que está ocurriendo en Barcelona, porque realmente algo está pasando. Nuestra experiencia cabalgando por los distintos bares de la ciudad ha sido fulminante. Ahora juzgamos y sentenciamos. Decimos qué sitios son los buenos, y cuáles son una puta mierda.
Convenceros de que para ser alternativo, hay que buscarse las alternativas.

Good luck.

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lunes, 1 de septiembre de 2008

Bar Pastís

Nombre: Bar Pastís (Sí, el mítico, el único)
Zona: Rajwal.
Dirección:
Acceso: Metro L3 Drassanes.

Horario:
Especialidad: Pastís de Marsella, Absenta, Cognac. Edith Piaf.
Precio consumiciones: 7.-€

Ambiente: Descaradamente bohemio y funambular. Chovinistas desclasados, canallas nostálgicos del barrio chino y enamorados de Aznavour.


Impresión:


El Pastís se está muriendo. La Administración local de Barcelona pretende cerrarlo por ruidos aunque lo que realmente deteriora la zona son los travestis gordos de la esquina y las tiendas de sourvenir con luces de neón. Caballeros, la música es cultura. Almenos la que pone este señor. Digamos que en sus primeros veinte años de vida este local sólo ponía a Edith Piaf y a nada más que al ruiseñor francés, porque la mome será siempre la mome. Y eso le daba a Barcelona ese punto europeo que las peinetas y abanicos folklóricos le habían arrebatado a una de las zonas más marginales de la ciudad. El chino de Nazario, Sinatra, Ivá y otros solitarios rodeados de desolaciones extremas también tenía algo de contestario ante el lucro por el lucro de una zona que si se ha degradado de verdad ha sido ahora que se ha vendido a si misma. Las lámparas rojas se han ido apagando mientras el Pastís ha continuado siendo ese pequeño foco cultural en el que la bebida se sentaba cogida de la mano de la poesía. Local de proporciones diminutas como pocos y cargado de objetos colgantes así como maderas envejecidas que lo copan todo, no hay ni un espacio sin ocupar por algún trozo de maniquí, cartel de Montmartre, foto de la Piaf o los recortes de algún artículo del periódico homenajeando a uno de los locales con más personalidad que haya podido visitar en este perímetro asimétrico.
El Pastís es una bebida francesa que se destiló en Marsella como consecuencia de la ilegalización de la Absenta, es decir, un sucedáneo del hada verde, un anisete sin las cabronadas de las tuyonas o una purga para el estómago, un brebaje agradable que sirve de aperitivo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

El Pastís siempre será lo mejor. Lo mejor era una camarera que tenía un bestido ceñido de terciopelo rojo. Qué envidia.