Declaración de intenciones

No hay intenciones: Este es nuestro recorrido salvaje hasta que vemos brillar el sol, nuestro crimen y castigo nos obliga a confesar lo que está ocurriendo en Barcelona, porque realmente algo está pasando. Nuestra experiencia cabalgando por los distintos bares de la ciudad ha sido fulminante. Ahora juzgamos y sentenciamos. Decimos qué sitios son los buenos, y cuáles son una puta mierda.
Convenceros de que para ser alternativo, hay que buscarse las alternativas.

Good luck.

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lunes, 28 de julio de 2008

Hook

Nombre: Hook

Zona: Distrito Orwell
Dirección: -
Acceso: Metro L3, Drassanes

Horario: hasta las 03:00h.
Happy hour: no tiene
Especialidad: Ron
Precio consumiciones: moderado
Ambiente: Parejas / Conspiradores paranoides / Guiris / Estudiantes que no estudian / Fans de Jack Sparrow


Impresión:

Abordaje. Entrar ahí es pisar fuerte sabiendo que puedes salir doblado.

El botín consiste en viejas botellas de ron. Mapas y viejas glorias de la piratería cuelgan de todas partes. Estamos a escasos metros de los muelles, y no podía existir un lugar que lo definiera mejor.

Sentirse corsario hoy en día es auténtico placer prohibido. Sentarse todos en grupo a la luz de una vela hablando de lugares remotos, una experiencia difícil de encontrar.

Por un momento te olvidas de todos los turistas y pones atención a las grandes maquetas de barcos y veleros. Los viejos lobos de mar se quedan en el camarote bebiendo hasta altas horas de la noche.

Ahí podemos disfrutar de bebidas llegadas de los siete mares, rones, cervezas, y extraños brebajes con leche.

El océano aliado al infierno.

Camareros con parche, pañuelo en la cabeza y tricornio sirven grandes jarras al resto de la tripulación. El Oscuro Pasajero bebe por mí.

Todo es viejo, los catalejos, brújulas y otros utensilios, capaces de medir la gradación con la que nos enfrentamos, sin embargo es muy fácil perder las coordenadas.

A menudo, nos da la sensación de que debajo de los tablones de madera se esconde el tesoro del capitán Kid.

El día que me quede cojo, ya no me moveré de ahí.

Anteriormente, el capitán Hook y Campanilla atendían a los adolescentes con el síndrome de Peter Pan. Pero a uno se lo comerían los cocodrilos, y la otra estaba harta de que le tocaran las campanas, y tras algún motín sangriento, la bandera de la calavera y las tibias cruzadas acabaron presidiendo el local.

La libertad, más preciosa que el oro.

Por experiencia propia, hemos pasado mucho tiempo bebiendo ahí, al final de nuestras rutas salvajes. Lo mejor, que nos ponían música de los años veinte, y que todo era perfecto. No nos importaba estar en alta mar.

Ni se os ocurra perdéroslo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Y encima, una de las maquetas mostraba orgullosa una bandera de Finlandia, donde el mar choca directamente contra la ciudad.

Ron con cola, socio, ron con cola.

Nihm Smoboda dijo...

Trae ese ron de vuelta...