Declaración de intenciones

No hay intenciones: Este es nuestro recorrido salvaje hasta que vemos brillar el sol, nuestro crimen y castigo nos obliga a confesar lo que está ocurriendo en Barcelona, porque realmente algo está pasando. Nuestra experiencia cabalgando por los distintos bares de la ciudad ha sido fulminante. Ahora juzgamos y sentenciamos. Decimos qué sitios son los buenos, y cuáles son una puta mierda.
Convenceros de que para ser alternativo, hay que buscarse las alternativas.

Good luck.

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jueves, 31 de julio de 2008

Dora café

Nombre: Dora café
Zona: Eixample Gay (Punto G)
Dirección: Villaroel, 96:
Acceso: Metro L1 Urgell

Horario:
Happy hour: No.
Especialidad: El Dora
Precio consumiciones: 6-7.-€

Ambiente: Modernos de boquilla, tercera edad...

Impresión:

Nuku y yo estamos sentados en uno de los sofás del Dora mientras las camareras nos preparan el primer cocktail de la noche. Quién me iba a decir que alguien fuera capaz de abrir un establecimiento en el que solamente sonara ópera. Lo descubrimos casualmente hurgando entre revistas gratuitas de nuevas tendencias, pseudomodernos, eventos cool... casualmente queda a pocos metros del cine más cochambroso y desierto de Barcelona, el Meliès, ese en el que pasan películas raras y reposiciones en sepia, por lo que si no has entendido el argumento de los primeros films de Jean Luc Godard puedes reflexionar sobre el tema consultándolo con una buena copa. Todos los cócteles llevan nombres de óperas famosas o de sus protagonistas. Existen combinaciones bastante exóticas, algunas incluso un poco arriesgadas, pero no son demasiado fuertes. Lo que se persigue es que la gente pueda pasar un rato agradable dentro de una atmósfera diferente, nada más.


Por la pantalla de plasma dan el Barbero de Sevilla o La Flauta Mágica mientras uno puede estar fumando tranquilamente disfrutando del bel canto o dejarse llevar por una amable conversación en una atmósfera educada sin moverse del sofá. Es el intermedio perfecto para cualquier entreacto que se precie, una curiosidad sofisticada en uno de los distritos más caprichosos de Barcelona, el punto de inflexión donde decidir fríamente en qué sitio continuar la fiesta. Estáis en uno de los más conmovedores homenajes a un ser querido, la propietaria era la nieta de una reputada cantante lírica de esta ciudad que se llamaba Dora, y de ahí esa determinación en reflejar lo más amado del mundo de una persona que se dedicó por entero a conmover sobre los escenarios con su voz, una voz, que como todas las grandes, no se apaga.


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